lunes, 12 de enero de 2009

“…ya es otro día y seguimos con lo mismo: un poco de esto, otro de aquello y otras hierbas…”

Corrientes 3 de marzo del 2008.

05:30 am

En lo de hierbas no se lea que fumo marihuana…por ahora.

(…) Hoy ya es otro día, bastante después que cuando comencé esta deshilarada nota. Pero sin embargo el tema en cuestión sigue siendo lo mismo. Para no dejar demasiado desbocado el desvarío anterior diré sobre la dichosa anécdota unas últimas palabras. Digamos que después de una breve comunicación verbal entre el aislado pasajero y yo, debí detener mi ataque defensivo que suelto siempre que alguien me mira algo perdido cuando digo que estudio filosofía y por lo general larga alguna pregunta tonta que revela que no entiende nada y hasta parece querer decir “¿y eso con que se come?”. He de decir que frente a estas situaciones me indigno muchas veces al reverendo cohete. Debería simplemente aclarar: “amigos eso no se come con nada y probablemente no garantiza la comida a nadie que pretenda vivir de ello”. La filosofía para mí es algo profundo, incluso esta más allá de saber que es y porque existe. Se la siente y se la profundiza o no. La filosofía es para mí, un problema y es una angustia. Una vez que le abres la puerta es difícil volverla a cerrar. De un modo u otro, no puedes dejar de pensar y reflexionar sobre variedad de temas que se te agolpan a la mente y que te ocasionan numerosos dolores de cabeza. Y sin embargo creo que vale la pena pasar por ello. La filosofía es la vida misma echando raíces en nosotros, raíces que a veces regamos y proliferan y a veces no.

Pero no, jamás me pongo a decirle estas cosas a esa gente, a veces digo algo suelto y a veces de algún modo evado la pregunta. ¿Para que? ¿Por qué? ¿Qué más da? Pero en este caso mi conversador de turno reveló un mayor conocimiento al respecto, entre otros intereses, pero sobre todo me manifestó algo que me pareció muy atinado, muy revelador acerca de su conocimiento sobre la filosofía o al menos se acercó a un esbozo de reflexión sobre la misma. Lo que me dijo fue ante un hecho cotidiano (demasiado) que en mi país y mi provincia (debería decir además región), se repite cada año, cada mes, cada día con mucha regularidad: que son los piquetes, palabras que en estas tierras se define como el corte de puentes, rutas, calles, etc., por parte de personas que efectúan algún tipo de reclamo (a veces válido, a veces ni de cerca) al gobierno de turno. (Hay mucho para decir sobre esta cuestión politizada al máximo hoy día, y para mí estratégicamente nula, ineficiente, innecesaria y criticada y conflictiva para muchos. Pero hoy no será el día para hablar de ello. Baste decir que yo la considero estratégicamente nula porque pocas veces se alcanza el objetivo perseguido. Aunque a veces sí. Pero además desencadena otros hechos que terminan escapando al eje de la cuestión que motivo el reclamo y que concluye involucrando a muchas personas ajenas al conflicto que también tienen sus derechos. En fin se forma un círculo vicioso muy complejo que pone de manifiesto la necesidad de replantearse tal medida como medio efectivo para ser escuchados).

Continuando con lo que contaba, debo manifestarle ahora lo que el pasajero me dijo: “La gente ha perdido la capacidad del asombro”.

Es algo que a veces duele pero es real. Las personas que se ven apuros, aprietos, complicada o como sea, en sus propios quehaceres, en sus propios problemas, se muestra cansada de quedar en el medio de los problemas de los demás. No hay tolerancia en cuanto a esto porque sienten que le perturban la vida, cortándoles el medio de volver a sus casas, asistir al trabajo, estudiar en las universidades, etc. Por ello nada le asombra, ni parece inquietarle, no le conmueve demasiado la miseria o el problema del otro puesto que tiene suficiente con lo suyo. Nuestro hoy, nuestra gente ha perdido la capacidad de asombro. Absolutamente es así. No hay nada que hacerle, (o sí). Hoy hay una apatía general, una clara indiferencia, una resignación inevitable. Por eso me pareció adecuado el comentario porque es así y porque me hizo recordar el origen de la filosofía y lo que movía al hombre a la reflexión filosófica.

Repasamos brevemente: La filosofía nace en Grecia hace millones de años, demasiados para contarlos. Por lo pronto cronológicamente hablando antes de Cristo. Y nace en el seno de la aristocracia griega que sin problemas económicos a la vista tiene amplia libertad en la disposición de su tiempo y prácticamente nulas preocupaciones materiales, de lo que surge la inclinación a la reflexión surgiendo así la Filosofía. Hay numerosos temas que al hombre lo incitan a reflexionar, pero la mayor motivación surge del asombro.

Evidentemente no solo estamos lejos en años de los griegos, sino en muchas cosas más, desde muchos puntos de vista. Basta con decir lo que ya se dijo (valga la redundancia) nosotros no sentimos asombro ya por nada o casi nada (¿será?) y creo que mucho tiene que ver no tenemos el tiempo para la reflexión y no lo tenemos porque antes que todo y como elemental diferencia con los griegos no tenemos los medios materiales que nos alivien la carga de la vida diaria. Es decir no tenemos la riqueza material como la tenia la aristocracia griega, que nos quite la preocupación de con que comer, vivir, vestirse, curarse y demás cada día.

Quizás no hay que generalizar, hay si quienes gozan de lo que hoy es un privilegio para algunos pero la gran mayoría parece bloqueada a reflexionar, a detenerse y admirarse. Entre aquellos que no cuentan con una seguridad económica, seguramente hay quienes tienen reflexiones geniales o comunes, eso no importa pero probablemente muchas veces tiene que dejar pasar porque el hambre, los problemas, la angustia de sobrevivir día tras día se lo impide. Quizás hasta es una reverenda estupidez frente a problemas más acuciantes, como la miseria, la indigencia, las enfermedades terminales, la desnutrición, la falta de trabajo, de educación, de salud, de una vida plena en definitiva. ¿Cómo pensar en esas instancias? Y en todo caso ¿para que sirve pensar en esas instancias?

Realmente desde mi propio punto de vista, a mi también me cuesta sobrevivir el día a día, no soy una privilegiada más, pero se bien que hay gente con menos recursos de los pocos con los que yo misma cuento. Pero quiero aclarar, siempre será mejor que nada pensar y reflexionar sobre lo que nos pasa, sobre las condiciones que nos rodean y nos marcan, es una manera de seguir luchando, y eso vale la pena, por lo menos como yo lo pienso, siempre es mejor que nada. Ahora bien, la reflexión teórica no basta por sí sola, es necesaria la acción. Solo que nadie hace nada. Algunos no pueden, algunos no saben, algunos no quieren y algunos divagan como yo.

Esto es parte de lo que quería hablarles cuando empecé con el título “Asombros perdidos…” y me fui por los ramales como es frecuente (y temo que seguirá siéndolo) en mí. En cuanto a la continuación de ese título, dejémoslo de lado por ahora, después de todo lo de “muertes posibles” tengo que reconocer que a veces son demasiadas y en todo caso es posible advertir eso, (por lo menos yo lo hago) cada día. Pasemos a lo de “otros desvaríos” y quitando del comienzo tanto al “sueño eterno de París” como al “final de la era revolucionaria” que al fin de cuentas creo que nunca fue revolución en verdad, (o al menos no la que esperaban muchas personas en su momento). En ese sentido, creo que una de esas personas era alguien a quién respeto a pesar de muchas discrepancias con sus ideas y otros actos y que en este caso es precisamente quién constituye nuestro final de esos desvaríos otros que contenía ese título tan largo y tan propio de un ensayo vanguardista filosófico. Ese final hacia referencia al “Che Guevara”. Un hombre versátil si los hay en cuanto a lo que fue capaz de hacer en, digamos, una corta vida, pero a la vez único según pienso en cuanto a la unidad inquebrantable de lo que fue su pensamiento, su palabra y su acción. Por ahora dejemos las otras hierbas a un lado. Fumemos en todo caso un buen habano recordando a este hombre que gustaba mucho al parecer de hacerlo y permítanme divagar con el un rato de algunas cosas que se van agolpando a mi mente, provocándome sin lugar a dudas algunos dolores de cabeza, pero que vale la pena charlar, reflexionar, profundizar, y quizás algún día, de esta manera, porque no, esta no idealista sepa también luchar.

Observación actual: Mucho me temo que nunca digo lo que realmente pienso y que por ende no completo las ideas que me propongo, en resumen divago y probablemente mis escritos carecen de sentido. Pero que va, esto es parte de lo que soy, así como mezclo las cosas acá las mezclo en mi cabeza, frente a semejante torbellino que enfrento día a día mi catarsis es dejar salir todo eso en forma de palabras escritas que aunque a veces no guardan un orden coherente en el fondo esconden algo, algo de mi, algo de mis ideas, algo de mi verdad y creo que es bueno reflexionar sobre lo que queramos antes de no hacerlo nunca y escondernos de la realidad de nuestros pensamientos. No creo que eso sea bueno, lo mejor es dejar salir todo y quizás sólo quizás termine significado algo al final de todo.

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