jueves, 22 de enero de 2009

“…Continuo divagando o desvariando…”

Corrientes 17 de marzo del 2008.

04:15 am


Cada cual que entienda lo que quiera.

…Antes de continuar, he de decirles que estas semanas, días, que pasé sin escribir quizás podría decir que permanecí en abierto dialogo con el Che, y de a ratos me perdí o me sumí en mis propios y complejos sentimientos. Por ello es que el dialogo no puede ser transcripto aquí, ya que esta lleno de horas con ideas cambiantes y a veces nebulosas propicias para descansar la mente.

En estas semanas mucho ha cambiado mi perspectiva, que a su vez ya había cambiado poco antes también. Digamos que la acumulación de información terminó por abrumarme y hoy por hoy no tengo en claro lo que pienso o siento sobre ciertos temas. Evidentemente en mis charlas con el Che, hubo ese intercambio informativo del que hablo y que termino con un cerebro sobrecargado. (Obviamente hablo de mi cerebro claro).

No puedo entrar en numerosas consideraciones que debería hacer para explicar mi estado actual. Supongo que la madeja ira desenredándose lentamente por sí sola.

Se muy bien (aún conservo ratos de cordura) que no puedo “realmente” hablar con el Che, porque el Che esta muerto, murió en Bolivia hace más de 40 años, al menos es lo que la historia indica pero no voy a entrar en eso ahora. Cuando digo hablar con el Che, lo que intento significar es que pretendo comunicarme con él a través de sus ideas, sus pensamientos y sus acciones, a través de los hechos, el contexto histórico y las figuras que lo rodearon. A través del pasado y a través del presente, a través de sus “discípulos”, de sus enemigos, de los que pudieron haberlo traicionado y de los que podrían ser considerado verdaderos críticos de este personaje histórico. Esto es lo que he estado haciendo y sigo aún en ello. Es esa abundancia de datos y contradatos lo que hoy me impide poder sacar algo en concreto de toda su historia. Solo me queda seguir investigando. Y eso es ahora tarea emprendida, en acto, solo que comprendo que llevara su tiempo. Deberé volver sobre muchos pasos y llegar a la raíz de todo y es comprensible que para eso se necesita tiempo.

Mientras busco, indago, investigo, clasifico y enloquezco, sólo voy a decir por hoy, de esto, un par de cositas más: Primero, se que es raro como desde el comienzo de mis notas dispersas, los temas han ido tomando formas y caminos diferentes. Quizás eso se intensifique o en el camino una nueva bifurcación nos lleve a reencontrarnos con aquella obsesión mía por la muerte y los pensamientos oscuros, o quizás por primera vez he encontrado aquello por lo cual quiero escribir, “el tema”, “la musa inspiradora” que le dicen. Lo cierto es que mi interés por el Che Guevara ha existido siempre, sólo que nunca me permití o no pude, por falta de tiempo, empaparme de este tema que hoy me ocupa.

No se si existe una razón concreta que justifique mi interés, puesto que me reconozco diferente a él, en el pensar y también en el obrar. No estoy de acuerdo con él en numerosas cosas y otras muchas hoy comprendo que desconozco absolutamente. Sin embargo aquí he encontrado un porqué que me invita a investigar (primordial tarea como futura “supuestamente” licenciada) y aquí pretendo por primera vez, continuar y profundizar en una verdadera investigación.

El tema de la muerte (repito, aquella obsesión de mi vida) no se ha ido pero muchas veces me ha limitado, frente a ella me resulta difícil seguir, vaya uno a saber la razón y sin embargo se que vuelvo a ella una y otra vez. Pero hoy he encontrado un tema concreto (en realidad la muerte es más concreta que otras cosas puesto que es inalterable en nuestras vidas, ha de suceder invariablemente pero en realidad quizás es más palpable en todo caso investigar sobre la vida de alguien que sobre la muerte posible nuestra, puesto que de todas formas cuando esta llega uno ya no es). Y como decía este tema me abre las puertas en cierto modo a este último tramo de mi carrera que hoy comienzo a recorrer. Por primera vez encontré algo que me invita o me obliga (según les parezca) a adentrarme en esa laboriosa tarea de investigación y me presiona a hacerlo del mejor modo, siguiendo análisis críticos y métodos correctos.

Volviendo con el tema de la muerte, el propio Guevara la sintió durante toda su vida, así que en cierto sentido, para mí ¿no será sólo un medio para volver al comienzo? ¿Para encontrar mí como? Quizás esa es la idea. Mezclemos las cosas y veamos que sale…

Segundo, El Che Guevara es amado y odiado por diferentes sectores extremistas, también es admirado por virtudes falsas o exacerbadas y es denostado por crímenes y errores que se contradicen todo el tiempo. Es una marca, es un mito, es leyenda, es héroe y a la vez asesino, es un ángel o un diablo, benefactor o un egoísta. Polos opuestos totales se cruzan todo el tiempo. Aunque no logre discernir yo aún, la verdadera figura del Che, yo sigo admirándolo en cierto modo y en ciertos momentos de su vida. Sigo creyendo que simplemente fue alguien que creyó ciegamente en sus ideales, que creyó que cambiar el mundo era posible y que a su vez se equivocó muchas veces y cometió errores y horrores y finalmente cayó como ser humano de carne y hueso que era. Eso fue el Che para mí. Poco o mucho, no abundan este tipo de personajes capaces de creer y de luchar por sus convicciones hasta el final, no abundan aquellos que se arrojan (no sin algo de temor creo, pero a la vez con coraje) hacia la muerte por defender aquello en lo que creen.

Yo pienso que el Che murió por defender lo que creía. Culpable, ingenuo, loco, o rebelde sin causa, es algo que creo no puede ser confirmado por nuestra historia que muchas veces sólo cuenta verdades parciales de uno u otro bando. Para mí, parte de lo que él creyó, pensó y sintió, murió hace mucho con él mismo allá en Bolivia.

Por mi parte y aún en constantes contradicciones, admiro su lucha, su fuerza, y el fervor por el ideal que defendía, quizás sea porque nada de eso encuentro en mí, ni creo poder encontrarlo. Para bien o para mal, el Che luchó, creyó, soñó y defendió por y en esos ideales que lo acompañaron en esos años revolucionarios de su vida. Yo en cambio (y ya ven, vuelvo al comienzo) ya no lucho, ya no creo, ya no sueño ni defiendo. Entonces creo que esta justificado que mientras tanto, sea este mi estado definitivo o no, investigue sobre ese hombre en el que quizás encuentro el verdadero ideal revolucionario. (Ideal verdadero no quiere decir que lo juzgue como adecuado o no, correcto o incorrecto, bueno o malo, sólo es eso, un ideal que no deja de ser el ideal real y único para quién lo siente y lo persigue).

lunes, 12 de enero de 2009

“…ya es otro día y seguimos con lo mismo: un poco de esto, otro de aquello y otras hierbas…”

Corrientes 3 de marzo del 2008.

05:30 am

En lo de hierbas no se lea que fumo marihuana…por ahora.

(…) Hoy ya es otro día, bastante después que cuando comencé esta deshilarada nota. Pero sin embargo el tema en cuestión sigue siendo lo mismo. Para no dejar demasiado desbocado el desvarío anterior diré sobre la dichosa anécdota unas últimas palabras. Digamos que después de una breve comunicación verbal entre el aislado pasajero y yo, debí detener mi ataque defensivo que suelto siempre que alguien me mira algo perdido cuando digo que estudio filosofía y por lo general larga alguna pregunta tonta que revela que no entiende nada y hasta parece querer decir “¿y eso con que se come?”. He de decir que frente a estas situaciones me indigno muchas veces al reverendo cohete. Debería simplemente aclarar: “amigos eso no se come con nada y probablemente no garantiza la comida a nadie que pretenda vivir de ello”. La filosofía para mí es algo profundo, incluso esta más allá de saber que es y porque existe. Se la siente y se la profundiza o no. La filosofía es para mí, un problema y es una angustia. Una vez que le abres la puerta es difícil volverla a cerrar. De un modo u otro, no puedes dejar de pensar y reflexionar sobre variedad de temas que se te agolpan a la mente y que te ocasionan numerosos dolores de cabeza. Y sin embargo creo que vale la pena pasar por ello. La filosofía es la vida misma echando raíces en nosotros, raíces que a veces regamos y proliferan y a veces no.

Pero no, jamás me pongo a decirle estas cosas a esa gente, a veces digo algo suelto y a veces de algún modo evado la pregunta. ¿Para que? ¿Por qué? ¿Qué más da? Pero en este caso mi conversador de turno reveló un mayor conocimiento al respecto, entre otros intereses, pero sobre todo me manifestó algo que me pareció muy atinado, muy revelador acerca de su conocimiento sobre la filosofía o al menos se acercó a un esbozo de reflexión sobre la misma. Lo que me dijo fue ante un hecho cotidiano (demasiado) que en mi país y mi provincia (debería decir además región), se repite cada año, cada mes, cada día con mucha regularidad: que son los piquetes, palabras que en estas tierras se define como el corte de puentes, rutas, calles, etc., por parte de personas que efectúan algún tipo de reclamo (a veces válido, a veces ni de cerca) al gobierno de turno. (Hay mucho para decir sobre esta cuestión politizada al máximo hoy día, y para mí estratégicamente nula, ineficiente, innecesaria y criticada y conflictiva para muchos. Pero hoy no será el día para hablar de ello. Baste decir que yo la considero estratégicamente nula porque pocas veces se alcanza el objetivo perseguido. Aunque a veces sí. Pero además desencadena otros hechos que terminan escapando al eje de la cuestión que motivo el reclamo y que concluye involucrando a muchas personas ajenas al conflicto que también tienen sus derechos. En fin se forma un círculo vicioso muy complejo que pone de manifiesto la necesidad de replantearse tal medida como medio efectivo para ser escuchados).

Continuando con lo que contaba, debo manifestarle ahora lo que el pasajero me dijo: “La gente ha perdido la capacidad del asombro”.

Es algo que a veces duele pero es real. Las personas que se ven apuros, aprietos, complicada o como sea, en sus propios quehaceres, en sus propios problemas, se muestra cansada de quedar en el medio de los problemas de los demás. No hay tolerancia en cuanto a esto porque sienten que le perturban la vida, cortándoles el medio de volver a sus casas, asistir al trabajo, estudiar en las universidades, etc. Por ello nada le asombra, ni parece inquietarle, no le conmueve demasiado la miseria o el problema del otro puesto que tiene suficiente con lo suyo. Nuestro hoy, nuestra gente ha perdido la capacidad de asombro. Absolutamente es así. No hay nada que hacerle, (o sí). Hoy hay una apatía general, una clara indiferencia, una resignación inevitable. Por eso me pareció adecuado el comentario porque es así y porque me hizo recordar el origen de la filosofía y lo que movía al hombre a la reflexión filosófica.

Repasamos brevemente: La filosofía nace en Grecia hace millones de años, demasiados para contarlos. Por lo pronto cronológicamente hablando antes de Cristo. Y nace en el seno de la aristocracia griega que sin problemas económicos a la vista tiene amplia libertad en la disposición de su tiempo y prácticamente nulas preocupaciones materiales, de lo que surge la inclinación a la reflexión surgiendo así la Filosofía. Hay numerosos temas que al hombre lo incitan a reflexionar, pero la mayor motivación surge del asombro.

Evidentemente no solo estamos lejos en años de los griegos, sino en muchas cosas más, desde muchos puntos de vista. Basta con decir lo que ya se dijo (valga la redundancia) nosotros no sentimos asombro ya por nada o casi nada (¿será?) y creo que mucho tiene que ver no tenemos el tiempo para la reflexión y no lo tenemos porque antes que todo y como elemental diferencia con los griegos no tenemos los medios materiales que nos alivien la carga de la vida diaria. Es decir no tenemos la riqueza material como la tenia la aristocracia griega, que nos quite la preocupación de con que comer, vivir, vestirse, curarse y demás cada día.

Quizás no hay que generalizar, hay si quienes gozan de lo que hoy es un privilegio para algunos pero la gran mayoría parece bloqueada a reflexionar, a detenerse y admirarse. Entre aquellos que no cuentan con una seguridad económica, seguramente hay quienes tienen reflexiones geniales o comunes, eso no importa pero probablemente muchas veces tiene que dejar pasar porque el hambre, los problemas, la angustia de sobrevivir día tras día se lo impide. Quizás hasta es una reverenda estupidez frente a problemas más acuciantes, como la miseria, la indigencia, las enfermedades terminales, la desnutrición, la falta de trabajo, de educación, de salud, de una vida plena en definitiva. ¿Cómo pensar en esas instancias? Y en todo caso ¿para que sirve pensar en esas instancias?

Realmente desde mi propio punto de vista, a mi también me cuesta sobrevivir el día a día, no soy una privilegiada más, pero se bien que hay gente con menos recursos de los pocos con los que yo misma cuento. Pero quiero aclarar, siempre será mejor que nada pensar y reflexionar sobre lo que nos pasa, sobre las condiciones que nos rodean y nos marcan, es una manera de seguir luchando, y eso vale la pena, por lo menos como yo lo pienso, siempre es mejor que nada. Ahora bien, la reflexión teórica no basta por sí sola, es necesaria la acción. Solo que nadie hace nada. Algunos no pueden, algunos no saben, algunos no quieren y algunos divagan como yo.

Esto es parte de lo que quería hablarles cuando empecé con el título “Asombros perdidos…” y me fui por los ramales como es frecuente (y temo que seguirá siéndolo) en mí. En cuanto a la continuación de ese título, dejémoslo de lado por ahora, después de todo lo de “muertes posibles” tengo que reconocer que a veces son demasiadas y en todo caso es posible advertir eso, (por lo menos yo lo hago) cada día. Pasemos a lo de “otros desvaríos” y quitando del comienzo tanto al “sueño eterno de París” como al “final de la era revolucionaria” que al fin de cuentas creo que nunca fue revolución en verdad, (o al menos no la que esperaban muchas personas en su momento). En ese sentido, creo que una de esas personas era alguien a quién respeto a pesar de muchas discrepancias con sus ideas y otros actos y que en este caso es precisamente quién constituye nuestro final de esos desvaríos otros que contenía ese título tan largo y tan propio de un ensayo vanguardista filosófico. Ese final hacia referencia al “Che Guevara”. Un hombre versátil si los hay en cuanto a lo que fue capaz de hacer en, digamos, una corta vida, pero a la vez único según pienso en cuanto a la unidad inquebrantable de lo que fue su pensamiento, su palabra y su acción. Por ahora dejemos las otras hierbas a un lado. Fumemos en todo caso un buen habano recordando a este hombre que gustaba mucho al parecer de hacerlo y permítanme divagar con el un rato de algunas cosas que se van agolpando a mi mente, provocándome sin lugar a dudas algunos dolores de cabeza, pero que vale la pena charlar, reflexionar, profundizar, y quizás algún día, de esta manera, porque no, esta no idealista sepa también luchar.

Observación actual: Mucho me temo que nunca digo lo que realmente pienso y que por ende no completo las ideas que me propongo, en resumen divago y probablemente mis escritos carecen de sentido. Pero que va, esto es parte de lo que soy, así como mezclo las cosas acá las mezclo en mi cabeza, frente a semejante torbellino que enfrento día a día mi catarsis es dejar salir todo eso en forma de palabras escritas que aunque a veces no guardan un orden coherente en el fondo esconden algo, algo de mi, algo de mis ideas, algo de mi verdad y creo que es bueno reflexionar sobre lo que queramos antes de no hacerlo nunca y escondernos de la realidad de nuestros pensamientos. No creo que eso sea bueno, lo mejor es dejar salir todo y quizás sólo quizás termine significado algo al final de todo.

viernes, 9 de enero de 2009

“De asombros perdidos, muertes posibles y otros desvaríos…”

Corrientes 20 de febrero del 2008.

03:15 am

...En lo de desvaríos léase: “El sueño eterno de París”, “el final de una era revolucionaria que no fue tal” y “el idealismo del Che Guevara”.

Hace unos días que no escribo, las razones son muchas y ninguna. Por un lado el rayito de esperanza sigue intentando colarse en mi vida; el vacío por su parte arremete con todo, frenando y paralizando mis acciones. Sin embargo en mi mente fluyen y confluyen ideas raras que van tanto para un lado como para otro. Nada parece detenerse en los engranajes de mi cerebro, así que finalmente rendida, caigo otra vez por aquí a dejar algunos de los pensamientos que llenaron mi cabeza en estos días.

Tengo que advertirles: no tienen un hilo conductor, ni argumento, nada sigue una lógica, salto de una reflexión a otra sin aparente motivo. Son digamos las reflexiones típicas y no tanto, de mi absurda existencia diaria.

Hoy comenzaré con una anécdota pero sin precisarla demasiado. Hace dos días venía un remiss después de haber rendido una materia más de mi carrera que paradójicamente con la falta de lógica con la que aquí escribo, se trataba de lógica precisamente y a pesar de mi interés por lo absurdo e ilógico de los últimos tiempos, me obsequiaron con un agradable distinguido. Cosas de la vida. La cuestión es que ya en el remiss y regresando a mi vida de monotonía pesimista, compartí el viaje con tres desconocidos, (el remissero de turno y dos pasajeros aislados más). Uno de ellos, un poco curioso quizás, evidenciaba fuertes intenciones de sostener una conversación. Cuando el remissero de turno ignoro sus jocosas preguntas, se abalanzó sobre mí. Pues con su curiosidad advirtió que yo tomaba mi libreta universitaria entre las manos y miraba quizás con algo de emoción y orgullo (por traspasar una barrera más en el “lleno de obstáculos” camino que me presenta mi carrera), decía miraba la firma de mi profesora al final de la que era esta nueva materia aprobada.

Nuestro ávido de conversación pasajero aislado alcanzó a leer con sus curiosos ojos, el nombre de la facultad en la que hace años me he metido llena de miedo y recelos al nuevo mundo que debo enfrentar; el pasajero me dijo: “así que facultad de humanidades”, yo correspondí con un débil gesto de asentimiento, pues no me gusta conversar, por lo general demasiado con gente que no conozco. El enseguida atacó de nuevo y afirmó: “Tu facultad es medio bohemia y todos son unos idealistas”. Esa afirmación que era para mí una acusación velada, me comenzó a irritar. Obviamente hay que reconocer que una parte es cierta pero no me gustan las generalizaciones. Yo apruebo los ideales que nos llevan a luchar pero no me reconozco a mí misma como una genuina idealista. Terminé por responderle un simple “No todos”, pero él arremetió otra vez y dijo, “para mi sí, sobre todo los de filosofía”, yo lo mire por un segundo y dije algo así como “acá tenes una, yo soy estudiante de la licenciatura y el profesorado en filosofía”. Debí agregar quizás “y no persigo ideales ni soy bohemia”. Porque lo que me revienta del asunto es que nos vean y piensen así una gran parte de la gente que lamentablemente no sabe nada de lo que es la filosofía o como somos en verdad los que estudiamos eso que una gran mayoría no sabe que es.

Para mí el ideal de lucha y el ser bohemio, en una gran parte, es solo una cáscara que algunos encuentran entretenido; después esta una minoría que lleva los ideales en el cuerpo, que los defienden sobre todas las cosas y ante todos, son esos que darían la vida por los mismos. Esos no son bohemios ni idealistas por ser una moda o segur la corriente de la masa. Esos no son lo que son por ser estudiantes de filosofía o en general de las ciencias humanas. Son lo que son por ser personas concientes de que luchar por los ideales es mucho más profundo que predicar y largar discursitos vanos. No soy quién para cuestionar si en casos concretos vale la pena dejarse morir por ellos (por los ideales digo), pero los verdaderos idealistas lo hacen y luchan a muerte por ellos, son los que entregan su vida y luchan por los demás sin tener nada que los avales y son pobres económicamente pero inmensamente ricos en calor humanitario. Son solidarios con el otro sin esperar nada a cambio, sin anhelar honores, sin tener ambición de fama, ni codiciar dinero, sin preguntar a quién es al que se ayuda, sin disminuir al otro. Esos son idealistas para mí, los que unen las palabras a los hechos, los que ayudan al amigo o enemigo si lo necesita o a quién sea. Esos no están solo en humanidades, incluso podría decir que de esos hay pocos allí realmente. Pero esa es otra cuestión.

A parte de los idealistas de moda y los idealistas de sangre hay otros, los primeramente no idealistas, los quizás demasiado pesimistas para luchar, los que reconocen quizás la necesidad de luchar pero se conforman, se estancan en la realidad. Son cobardes quizás, pero no fingen como los primeros idealistas y en todo caso quizás alguno logre escapar de su conformismo y de sus propios miedos y quizás estos no idealistas algún día encuentren el impulso que también los lleve a obrar y entregar la vida por un ideal, y entregar la vida no es solo dejarse morir o luchar hasta la muerte, sino que hace referencias a la necesidad de jugarse y sacrificar un montón de cosas por su causa.

En este grupo debo reconocerme y ubicarme a mi misma, por ahora tejo reflexiones, acumulo pensamientos pero no lucho, no uno la acción a la palabra, me falta el valor, me falta el desapego de otras cosas que por hoy no puedo ni quiero sacrificar. Quizás nunca lo haga. Aunque sin embargo quizás alguna vez si encuentre una forma de ayudar a los demás, aunque en el fondo yo no sacrifique, ni entregue mucho a cambio. Mientras y lo digo lamentándome, represento mi papel de conformista y desvarío en mis silencios, lucho entre mis pensamientos, lo que no quiero permitirme luchar en acciones. Y estoy bien, estoy conforme, ¿de que otro modo podría estar una conformista no idealista?

Perdón ya me fui demasiado de la anécdota. Mejor será que continuemos (…).

martes, 6 de enero de 2009

“Absurdos Totales”

Corrientes 5 de febrero del 2008.
03:54 am


Hoy quizás puedo decir que un rayito de esperanza se cierne ante mí. Aunque considero que esta frase es demasiado cursi y ñoña por llamarla de alguna manera. En realidad creo que es absurda, pero bueno siendo que es lo común en mis pensamientos, que más da ¿verdad? En fin, aceptémosla como cursi o absurda pero posible. Ahora bien este rayito de esperanza no hace referencia alguna a mi reencuentro con mí ser perdido, eso que quede bien claro. Ambos seguimos vagando dispersos, soñando con París (o algo que refleje la frase divagante del final del otro día).
El rayito de esperanza tiene que ver con el futuro, un futuro que por lo general veo muy negro. Aclaremos otra cosa ya que estamos; esto, lo que escribo, sea lo que sea que tenga por objetivo, meta, tema o el gran “porque” que lo inspire, no es un diario de esos tan emocionales, superficiales a veces, y hasta bobos que solemos escribir las mujeres. Estos fragmentos inconexos que me permito escribir, son, permítanme llamarlos, “problemas”, no exactamente de los cotidianos, del tipo se me descompuso la heladera, me dejo mi novio o me pelee con una amiga. Para mí son problemas existenciales y que el señor Kierkegaard no se ofenda, ni mucho menos Sartre o el eminente Heidegger. Por lo pronto son mis problemas y tengo el derecho de llamarlos como quiera y dado que hago además referencias sobre mi vida dispersa de estos tiempos, entonces corresponden a mi existencia y por ello puedo llamarlos también como lo he hecho. Aunque debo decir que lo de problemas no me cierra del todo y tampoco dilemas, seguiré pensando eso y ya comunicaré si hago un cambio al respecto.
Ahora volvamos con lo del rayito de esperanza y el futuro negro. Imaginaran que ese futuro negro se ve inquietante, agitado u alterado ante semejante posibilidad. Y diría que rompe con mi esquema pesimista desequilibrando mis malos augurios y dramas ficticios. La verdad es que es una experiencia traumática para mi negatividad pura, descubrir de repente que aún existen rayitos de ese tipo. Resulta desolador ver caer por la borda lo que uno creía una vida ya perdida y abandonada a su suerte. Eso produce angustia y gracias a… (¿a quién?) bueno, no importa, porque con la angustia que renace se recrea otra vez el universo pesimista que me sostiene. Uno no puede creer que es todo color de rosas, o sino que sentido tendría la vida si las intrincadas posibilidades que nos inventamos los seres humanos no fueran en efecto posibles, todo sería demasiado fácil entonces. Debe haber por el contrario un lugar para todo. A veces se gana y a veces se pierde. A veces vivimos y a veces morimos. Los rayitos de esperanza por sí solos no hacen nada. Hay un mundo de posibles allí afuera y por muchos rayitos que tengamos, las posibilidades nos recuerdan que todo puede suceder ye entonces el futuro vuelve a ponerse negro. Y es ahí donde hoy me detengo, porque de nuevo regrese a la normalidad, la mía por supuesto.
El universo pesimista sigue allí ¡que suerte! Ahora todo vuelve a ser como era y el esquema recobra el orden oscuro y negativo de siempre. Un esquema donde el futuro negro señala solo una constante irrebalsable o infranqueable quedaría mejor, esa constante es la más posible de las posibilidades, de las suyas y de las mías, es la constante de la muerte, el enemigo al acecho o el amigo seguro. La única constante paradoja de la vida: saber que lo que ahora vive, algún día tendrá que morir irremediablemente.
Por hoy es suficiente. Ya el rayito se fue apagando y yo me siento mejor. Les dejo una frase que dice algo así: “La muerte no es una sola, la muerte puede ser muchas, la muerte del otro, la muerte mía, la muerte de ilusiones perdidas; en todas morimos un poco, son muertes de las que no nos recuperamos más”. De acuerdo en realidad la reinvente porque no es así como decía, pero creo que la esencia de lo que intento expresar es esa. Hay otra frase que dice “Partir es morir un poco”. Supongo que también tiene algo de cierto. En todas nuestras muertes partimos pero yo digo ¿A dónde partimos?... En todo caso la muerte es la partida final, no como viaje sino como juego, es el final de todo. Es cuando arrojamos toda nuestra suerte a la mesa (y la suerte esta echada dicen) y descubrimos que lo hemos perdido todo. En fin como dije “partir es morir un poco”. Ahora yo parto también sin saber a donde pero creo que aún no esta dicha la última palabra, no he puesto en juego toda mi suerte, ni he jugado todas mis cartas. Aún no se inicia mi última partida, pero presiento que esta cerca como siempre, si el futuro negro la esta trayendo claramente… ¿o será oscuramente?...

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